Leonel dejó a todos "con el gustico adentro"
marzo 27, 2011
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Por Robert Vargas Fuente: Ciudadoriental.org Santo Domingo.- Si Danilo Medina creía de verdad que "Leonel no va", quizás a esta hora debe estar cuestionando esas creencias que, a todas luces, parecen mundanas y sin fundamento. Si Rafael Alburquerque cree de verdad que "el león" no irá, será mejor que ponga los pies sobre la tierra. De los demás "aspirantes a pre candidatos" no parece que sea mucho lo que hay que decir. Este domingo 27 de marzo, Leonel le demostró a todos los que pretenden ser sus competidores por la carrera presidencial dentro del PLD que él es un "león". Es más, para que no tengan ninguna duda de eso, con frecuencia mostraron este domingo un corto publicitario en el que Leonel, que no "Leonel Fernández Reyna", aparecía en pantalla con unas explosiones de fuego a sus espaldas, mientras levantaba los brazos con su señal característica de victoria. Al final, aparecía en pantalla un león con su rugido y melena incluida. El acto multitudinario en el que "el león" recibió poco más de dos millones de firmas de ciudadanos que le imploran acepte ser repostulado a la presidencia de la República fue, sencillamente, espectacular. Cada detalle fue cuidado al milímetro. El cineasta Pinky Pintor estaba en sus aguas. Atento a cada detalle. Tenía el libreto en las manos y decía cuando hacer cada cosa. Pintor sabe hacer grandes espectáculos. Por algo lo contrató Miguel Vargas Maldonado para que hiciera su aparición en escena como Presidente del PRD en el salón de convenciones de Sans Soucí, cuando lo proclamaron. Esta vez, las gentes del PLD le buscaron ese picoteo para que diseñara la producción del espectáculo. Una inmensa, que inmensa ni inmensa, ¡soberbia! tarima fue construida para la ocasión. En el centro y en lo alto, una foto gigante de Leonel, que no de Leonel Fernández. Esto de "Leonel" lo menciono a propósito de que, siempre que él ha sido candidato, usa solo su nombre de pila, Leonel, no el de Leonel Fernández. En la media naranja solo estaba el nombre de Leonel y el de las provincias. Nada más. Todo era, "Leonel", "Leonel", Leonel" y... "Leonel". El bueno de Luis de León, el de la Fuerza Boschista, parece que se equivocó de escenario. Llevó unos afiches con una foto de Juan Bosch. Lo vimos cuando, discretamente, hacía un rollo con las fotos y se las guardaba. Allí no estaban en Don Juan, estaban en Leonel. El nombre de Juan Bosch solo fue mencionado tres veces. La primera vez cuando un presentador dijo que por ahí estaba una hija de Juan Bosch y, después, Leonel lo mencionó dos veces en su discurso. El discurso lo dio teniendo detrás suyo más de dos millones de firmas de personas que, aseguran, le están pidiendo que se sacrifique otros cuatro años. Pero, ¡Que caray! me adelante en el recuento de la historia. Vamos rebobinar y comencemos de nuevo. La media naranja estaba que no cabía un alma. Los dos niveles, y el tabloncillo estaban a reventar. Sobre la tarima pintada de colores morado y amarillo fueron cuidadosamente colocadas cientos de sillas para los invitados especiales. Entre estos no estaban ninguno de los precandidatos presidenciales. Nada de eso. Si quieren brillar, que hagan sus propios actos; que se rasquen con sus propias uñas, no con las garras del león. Unos potentísimos equipos de sonido fueron colocados en lugares estratégicos. Los tradicionales problemas de acústica en la media naranja esta vez no existieron. Todo lucía impecable. Pinky Pintor se la lució. Antes de que el presidente apareciera en escena, ocho muchachas se le adelantaron y bailaron. Movieron las nalgas, las piernas y todo el cuerpo como saben hacerlo. El público las miraba. Observaba cada movimiento. Eran movimientos enérgicos de mujeres que saben lo que hacen. Conocen su trabajo. Cuando finalizaron su espectáculo, por los potentes altavoces comenzó a escucharse una voz que hablaba de las condiciones del presidente triunfador, que nunca ha sido derrotado. De repente, desde atrás, como salidos de un foso, brotó la pareja presidencial: Leonel y Margarita. El la llevaba de mano. Ligeramente detrás venía uno de los hijos de Leonel, Omar Fernández. Era un asunto "de familia". Leonel y Margarita avanzaron hacia el público. En el fondo, un tema musical al estilo del cine estadounidense en el momento culminante. Aquello fue fantástico. Hasta a mí se me erizaron los pelos. Pinky sabe hacer lo suyo. Una perfecta conjugación de sonidos, luces y aplausos y, sobre todo, una perfecta actuación de Leonel, quien ha demostrado que domina las cámaras. Parece ser un perfecto actor o un actor perfecto. Cuando deje el empleo de presidente, puede buscarse uno de actor. Tiene madera para las tablas. Pincky Pintor lo sabe. Margarita seguía dócilmente a su marido. Nunca llevó la iniciativa. Los dos saludaron a una multitud que lucía delirante, atrapada por la magia de ver "el cine en vivo". Cuando regresaban en busca de sus asientos, donde los esperaba el chico Omar, Leonel giró hacia la derecha, rumbo a donde estaban los suyos, los que había organizado aquello. Fue y los saludó uno por uno, al menos los que estaban en la primera fila. Cuando llegó donde estaba Euclides Gutierres Féliz, este lo abrazó como abraza un padre a un hijo. Leonel siguió moviendose hacia la izquierda. Su mujer lo seguía, Abrazaban y besaban. Nadie se quitaba de su asiento. Al acercarse al pequeño "diablillo" de Féliz Bautista se encontró con que ahí al lado estaba Freddy Pérez. Los tres se fundieron en un único abrazo, como hacen los chicos bellacos. Parece que se dijeron "¡lo logramos!". Y Leonel, seguido de Margarita, continuó hacia la izquierda. En el lado derecho, solo saludó a los que estaban en la primera fila. Sin embargo, ya en el otro lado, extedió sus brazos para saludar directamente a Luis Hernández y a Domingo Jiménez, que estaban en la segunda o tercera fila. Fue una clara deferencia. Después fue difícil ver a quienes saludaba porque la seguridad era tan efectiva que ayudó a dañar, parcialmente el espectáculo, como para asegurarse de que nadie de los miles de personas que estaban ahí vieran lo que ocurría. Así es de estúpida la seguridad. Le dañaron, en esa parte, el espectáculo a Pinky. Pero, ni modo, no todo es perfecto. La música en el fondo, mientras tanto, mantenía subyugados a todos. Leonel y Margarita regresaron finalmente a sus asientos. El público los aclamaba. Ellos correspondían. En algún momento, Leonel se levantó de su asiento, seguido de Margarita. Después de levantó Omar. Con su mano derecha, tomó la mano izquierda de su mujer y se preparó para levantarla en señal de victoria, sin embargo, antes giró hacia su izquierda y tomó la mano derecha de su hijo. Los tres, nadie más, iban a levantar sus brazos. Era una señal de unidad familiar. De repente, Féliz Bautista, que tenía unos papeles en las manos, se dio cuenta de lo que ocurría, se levantó del asiento, puso los papeles donde tenía el trasero segundos antes y corrió a agarrar la mano izquierda de Omar. ¡Todos juntos levantaron los brazos! ¡Díganme ustedes si esto no es emocionante! La música, impactante, le penetraba a todos por los oídos. Una fidelidad tremenda. Se la comió Pinky. El público deliraba. Luego vino lo bueno. Un desfile de reeleccionistas llevando carritos repletos de firmas que, aseguran, la gente les dio voluntariamente para pedirle a Leonel que se reelija. Una tras otra fueron desfilando cada una de las delegaciones. Muchos aprovechaban para decirle algunas cosas al oído a Leonel. Incluso una mujer se tardó más tiempo de la cuenta. Ella quería abrazar a Leonel, aunque Margarita estaba ahí. Fue motivo de conversación entre algunos camarógrafos porque, con su "nalgota" llenaba la pantalla. Eran tantas las delegaciones y tantas las ganas de figureo y de hacerse la foto del recuerdo con el presidente y decirle cosas al oído, que el acto se extendió más de la cuenta. En esas circunstancias, y con un calor que iba en aumento, las graderías del segundo nivel comenzaban a quedar vacías. -"Ya faltan pocas", dijo el locutor Omar Liriano en alusión a las delegaciones con sus respectivos paquetes de firmas. Y entonces, llegó el momento del discurso. Leonel avanzó por el centro, directamente hacia el frente. Dejó a Margarita y a Omar en sus asientos. Avanzaba lentamente. La música mantenía su intensidad. El público aplaudía en forma delirante. Era el león en persona. El mismísimo Leonel. Ningún otro. El león. Se preparaba a emitir su rugido. Y comenzó a rugir. Creyó que no lo escucharían y probó el micrófono un par de veces tocándolo con la mano derecha. Todo funcionaba bien. Y entonces le dijo a la multitud que estaba impactado, impresionado por el espectáculo. Habló de que él es la garantía de que los poco más de dos millones de firmas que le entregaron se conviertan en votos. ¿A quién sería que le dijo eso? ¿A Danilo? Son dos millones 300 mil votos que, asegura, tiene en el puño. Decidió no ser un comesolo. No guardarse para él esos votos, sino que, allí mismo, se los endosó al Partido. El hará lo que decida el partido. Eso dijo. Hasta se definió como "un soldado". ¡Vaya soldado! ¡Con más de dos millones de votos! Si Danilo quiere que esos votos se conviertan en votos a su favor tendrá que hablar clarísimo. Aunque dijo que hacía el endoso, pocos le creyeron. Al final no dijo si aceptaba o rechazaba la propuesta de ser candidato. Dejó a todos y a todas "con el gusto adentro". Otro día será. Otro día será cuando le diga a su partido y al país si acepta o rechaza ser repostulado. Si acepta, es posible que el pleito en el PLD sea peor que el del PRD. Ahora bien, podría ser que le pase esos dos millones de votos a otro de su propio partido. ¿Se los pasaría a Danilo? Eso hay que verlo para creerlo. Por lo pronto, lo único cierto es que Leonel, siguiendo las enseñanzas de Balaguer, su mentor, no dijo que sí, ni que no, sino todo lo contrario.