TAMBORIL.- Aportar para cambiar la condición de vida de aquellos que se encuentran en pobreza extrema es un asunto del que no muchos se ocupan en el país, sin embargo aún sobreviven en tierras dominicanas quienes se solidarizan con los menos favorecidos.
María Lucía Vásquez o la Ciega de Milo, es un nombre que hasta hace poco se encontraba en el olvido y que luego de haber escalado a los medios de comunicación, dándose a conocer la situación de pobreza extrema en que vivía, despertó un espíritu de solidaridad en algunos residentes en esta ciudad e incluso de otros países quienes dispusieron recursos a favor de esta causa.
La señora junto a sus siete hijos habitaba en una casita de tablas, con piso de tierra y techada de zinc y carencia de todo tipo de bien material.
Esta familia dependía, según contó la señora, de la solidaridad de los vecinos de la comunidad Bocas de Licey que es donde residen en Tamboril. “La gente de aquí nos dan algo y de eso vivimos”, narró la viuda de Milo la primera vez que fue entrevistada.
Pero a la fecha, la condición de ella y de sus siete hijos cambió.
Esto, producto del esfuerzo mancomunado de instituciones y personas que se unificaron con la finalidad de devolver la dignidad humana a esta familia.
La Fundación Rogelio Cruz, que preside el sacerdote del mismo nombre, junto a su equipo de diez hombres se responsabilizó de la construcción de una vivienda digna para esta familia y a la fecha la viuda y sus hijos cuentan con una casa de tres habitaciones, sala, baño, cocina, e incluso un pequeño local que pudiera utilizarse para emprender un negocio del que esta familia pueda vivir.
Una casa que por cierto fue construida en menos de dos semanas, puesto que también los comunitarios se unieron a favor de la viuda y sus hijos.
Asi mismo hubo quienes se desprendieron de algunos bienes y proporcionaron a la señora algunos electrodomésticos para su nuevo hogar.
“Pensaba que nunca iba a verme así como estoy ahora”, yo sufría tanto en esa casita en tan mal estado, pero hay que sufrir antes para ver lo que Dios le tiene a uno”.
Son algunos de los comentarios que ahora forman parte del vocabulario de esta señora que en menos de un mes experimentó un cambio positivo de vida junto a sus siete hijos.
Con la edificación de esta casa, se le construyó una nueva vida a esta familia que habitaba en condiciones inhumanas en una casita que por cierto se encontraba en un punto visible en de Bocas de Licey.
Agradece
La señora agradeció al Padre Rogelio Cruz por haber gestionado los recursos para la construcción de la vivienda así como al señor Salvador Santana, que según ella fue quien contribuyó a que su caso se hiciera público.
Igualmente agradeció “a todas las personas que colaboraron con mi causa”.