J. Wilson cometió el pecado de servirle a los mal agradecidos y su padre quien murió, el pecado de ser muy pobre

Vida
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Johnny Alberto Salazar

NAGUA.-J. Wilson García, es un joven locutor de esos que han logrado trascender a puro coñazo.

Desde que nació y se crió en el antiguo bario de La Playa, comenzaron sus problemas, muchos de los cuales ha superado.

Hace varios años paso por la desgracia de que un huracán terminara con la casita en que vivía junto a su mujer y sus dos muchachos.

Confiesa que para entonces no tuvo otra alternativa que acudir a quienes creía eran sus amigos para que le apoyaran a levantar 4 paredes en la franja de tierra ubicada a la orilla de la cañada del sector Roberto Fermín.

Solo quienes menos creía, fueron quienes le apoyaron para que poco a poquito pudiera volver a su vida cotidiana. Pues lo perdió todo durante el ventarrón.

Pasaron cosas extrañas, incluso hasta conserva una orden de compra para dos quintales de varillas firmada por un diputado a quien parece le habían cerrado el crédito en las ferreterías.

Pero bien, esas son cosas materiales que con el tiempo se pueden conseguir, dirían los conformistas que solo se acuerdan de utilizar a J. Wilson solo cuando lo necesitan.

AHORA LA COSA ES PEOR

El pasado jueves me entere que murió el padre de J. Wilson, el señor Anastasio García, cuyo restos fueron velados en su vivienda de la calle Luperon numero 36 B.

Una humilde vivienda de esas que de tabla y cartón que siempre quedan parte atrás.

Tan pronto como pude me puse en contacto con el y luego acudí a la casita en donde en medio de la estrecha sala ya estaba el cadáver que “quien cometió el error” de ser muy pobre.

Su riqueza fue tener la responsabilidad de trabajar como obrero en la sede local de INAPA, institución en la que laboraba desde 1978.

Tenía dos años sin trabajar, pero le entregaban el mísero salario, el que apenas le alcanzaba para completar una que otras recetas, de aquellas que tenia que comprar porque el tiempo que dedico al servir a los demás lo doblego con múltiples enfermedades.

Además de plomero, Anastasio tenía la responsabilidad de bregar con productos químicos con el fin de garantizar la potabilidad del agua.

Además de más de 80 años de edad, se canso de esperar que el estado lo pensionara.

A esa edad y con lo que tenia que trabajar, ya no podía caminar producto de una grave enfermedad y finalmente murió.

EL DIA QUE MURIO

El día que murió Anastasio, muchos de los que integran los partidos políticos y que conocen muy bien a J. Wilson, se enteraron pero parece que estaban “muy ocupados”.

No pudieron ir a darle el pésame.

También los locutores se enteraron, pero muy poco pudieron ir.

El día del entierro, todos también se enteraron, pero “parece que también estuvieron muy ocupados”.

Ese día, parece que los empleados del Ayuntamiento Municipal en donde J. Wilson es un funcionario que dirige las relaciones públicas, parece que también “estaban muy ocupados” y no pudieron acudir al último adiós.

Al menos eso fue lo que yo pensé.

El día del entierro el sindico Inocencio Mercedes, estaba “tan ocupado” que se le hizo imposible acudir porque estaba haciendo un recorrido proselitista y como si fuera poco tampoco pudo disponer de un carro fúnebre, debido a que el del cabildo tenia problemas mecánicos y estaba en un taller.

El sindico tenia muchos compromisos, pero al fin y al cabo fue a la humilde vivienda junto a su esposa luego del entierro, sin embargo “parece que no le dio tiempo para poner en practica su solidaridad”, al menos entregando algún paquete de café, de esos que son necesarios para brindarle a la visita.

Al ultimo adiós “no pudo asistir”: Jesús Vásquez (CHU), ni Wargner José, ni Salomón García, ni Carlos Suárez, ni Alfredo Peralta, ni Amauris Taveras, ni Teofilo Vásquez, ni Narciso Cross Penson, ni Fran Hernández, ni Alfonso Tineo.

Tampoco “tuvieron tiempo”: Modesto Rosario López, ni Cornelio Taveras, ni Socorro Severino, ni Angito Espinal, ni Amada López y una laaaaaaguisima e interminable lista de dirigentes políticos a quienes muy bien les sobra tiempo cuando necesitan la voz de J. Wilson para que le grave algún corte publicitario.

Con decirles que en el plano político los amigos de J. Wilson, “estuvieron tan ocupados” que al cementerio solo pudieron ir Júnior Peralta y Ezequiel Castillo.

El primero llego en ese momento desde la capital y el segundo es como si fuera hermano de crianza de quien es relacionista público del Ayuntamiento.

También Angel Manuel López, Diomedes Santos y Jaime García Pérez.

De los locutores, tanto al velatorio como al cementerio, solo tuvieron tiempo Benjamín de la Cruz, Ana Rosa Salazar, Ana Maria Liriano (Analy), El Big Papi, Fidias David Cuevas y su hermano Sommer Cuevas y yo.

La desgracia de ser muy pobre ha sido peor hasta después de su muerte.

Quizás Anastasio nunca imagino que aunque su hijo trabaja en el Ayuntamiento en donde hay muchísimos vehículos, durante su trayecto al cementerio solo le acompañaría una caravana de dos.

El de un amigo, dueño de una tienda de muebles y una vieja camioneta que tiene un vecino, en la que finalmente fue montado el cadáver por la falta del carro fúnebre.

J. Wilson, acostumbrado a encabezar las grandes caravanas de su partido, el Revolucionario Dominicano, tal vez imagino que un grupo de sus amigos le acompañaría, pero nada de eso ocurrió. “Es que no tenían tiempo”.

El fue testigo de que solo dos vehículos componían la caravana.

En la sala de la humilde vivienda de Don Anastasio, no ha llegado una de esas coronas de flores que los amigos de J. Wilson envían cuando muere algún rico.

Frente a la vivienda que esta ubicada a la orilla de una cañada, tampoco han sido colocadas las carpas blancas que Chu envía para que quienes asisten a los velorios de los ricos se tapen del sol o de la lluvia.

Supe que los empleados de INAPA hicieron “un serrucho” para comprar un arreglo floral de esos que le llaman centro de mesa.

La familia, no alcazaba mas que para buscar un jarro viejo y ponerle flores de esas que se dan en los patios de los pobres.

Es mas, estos políticos y locutores amigos de J. Wilson, nisiquiera se han dado cuenta que las necesidades son tales que hasta falta uno que otro sobre de café y una que otra libra de azúcar.

Solo Angel de Jesús López (EL COMPA) y Júnior Peralta, se dieron cuenta de que la solidaridad para estos casos, además de “dar el pésame”, también debe ser en lo material.

Ambos se hicieron presentes con los aportes correspondientes.

Cuando se es solo, y por demás pobre, cargar con la enfermedad de un pariente y luego con el mortuorio y todo lo que conlleva los 9 días, la verdad no es tarea fácil y lo digo por experiencia propia.

Y mucho peor se torna, cuando a quien uno le ha dedicado todo el tiempo, no han podido tomar al menos un minuto para llevar el “te acompaño en tu sentimiento”.

Posiblemente el novenario continuara desarrollándose con la ausencia de políticos y locutores que han brillado con la formidable voz del humilde locutor J. Wilson García.

Pero tanto Anastasio como J. Wilson, pueden estar seguros que unos pocos como yo, estaremos haciendo acto de presencia.

También, ambos pueden estar seguros que quienes no han logrado sacar un minuto para llegar a dar “el te acompaño en tu sentimiento”, tendrán suficiente tiempo para pedirte tus servicios profesionales hasta de forma gratuita como lo han hecho antes, porque somos “compañeros”.

Y finalmente, tanto Don Anastasio como J. Wilson, pueden estar seguros de que si no tuvieran la desgracia de ser pobres, no existiera espacio suficiente para todos aquellos hipócritas que van a llevar cosas en donde no se necesitan, incluyendo coronas de flores y muchos paquetes de café.

Que descanse en paz Don Anastasio.

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