Escrito por: Padre Rogelio CruzLa vocación cristiana es una vocación a la contradicción y a la cruz siendo, el modelo Jesús de Nazaret, cuya misión fundamental fue hacer la voluntad del Padre y echar al suelo toda barrera social, económica, política o personal que atentara contra la dignidad del ser humano.
La acusación que desde el principio le hicieron fue este hombre viene revolucionando el pueblo.
Como cristianos(as) no excluimos nuestra responsabilidad en la presente situación histórica de nuestro país y del mundo, pues no hemos sido capaces de construir o de aportar para la construcción de un sistema de poder al servicio del pueblo, sino que más bien hemos usado el poder y a los que están en el poder para explotar al pueblo.
Como cristianos(as) deseamos manifestar nuestro compromiso total con la liberación de los oprimidos y con todos los que sufren y anunciarles que nos comprometemos en la búsqueda de un orden social radical que sea distinto al actual, que busque realizar la justicia y la solidaridad.
Denunciamos el poder actual que usando lo cristiano y a los cristianos(as) inspiran su accionar en lo económico y el provecho personal olvidándose de lo colectivo y de todo un pueblo que se muere de hambre.
Se olvidan de todas las obligaciones sociales y se han montado un sistema generador del imperio del dinero. La posición social cristiana es clara y bien concreta y no puede llamarse cristiano a un gobierno que: Asegura y fortalece un sistema económico que continúa beneficiando a un grupito. Que no haga nada contra el desempleo y permita que las riquezas se concentren en pocas manos.
Que no haga nada para impedir el aumento del costo de la vida. Que siga fomentado la centralización. Que elimine todo canal de participación real de la gente.
Que se cruce de brazos frente a la corrupción. Que hace sufrir al pueblo con salarios de miseria y de hambre.
Vemos que lo peor de todo es el SILENCIO, lamentamos profundamente y nos resistimos a aceptar calladamente la pasividad de nuestros pastores, que en los actuales momentos parecen adoptar características de complicidad.
Vemos una Iglesia comprometida más con los poderosos que con los pobres, aislada en sus privilegios, donde lo menos que está presente es el compromiso en favor de la verdad, la justicia y la solidaridad.
¿Hasta cuándo será desoído el clamos de los pobres por los profetas de Dios? Necesitamos expresar nuestra solidaridad con todos los que trabajan en construcción de un sistema más justo.
No podemos dejar a un lado la expresión del libro del (Ex, 3,7) que dice:"He visto la miseria de mi pueblo; he escuchado el grito que le arrancan los explotadores... y he resuelto liberarlo".
